viernes, 4 de junio de 2010

Relaciones tormentosas.-



De todos es sabido que los gritos, las peleas y los conflictos constantes ponen en riesgo a la más sólida de las parejas y pueden acabar rompiendo más de un corazón.

Por si alguno aún lo dudaba, un estudio científico acaba de confirmarlo. Literalmente. Según este trabajo, las personas que mantienen una relación tormentosa tienen más posibilidades de padecer una enfermedad cardiovascular.

Para llevar a cabo esta investigación, publicada en el último número de la revista 'Archives of Internal Medicine', un equipo de científicos británicos dirigidos por el especialista Roberto de Vogli analizó el caso de más de 9.000 individuos, quienes completaron un cuestionario sobre los aspectos negativos de sus relaciones más íntimas.

Entre otras cosas, los participantes tuvieron que aportar datos sobre el apoyo mutuo, la confianza, los intereses compartidos o la reciprocidad de la relación.

Además, los investigadores también midieron otras variables como la edad, el sexo, el tipo de ocupación laboral o si los individuos se habían divorciado o separado en los últimos meses.

Después, siguieron la evolución de cada paciente durante más de 12 años para comprobar si desarrollaban algún problema de salud y, especialmente, si padecían algún evento cardiovascular.

Más conflictos, más enfermedades

De los 8.499 individuos que no presentaban un problema cardiovascular en el momento de iniciar el estudio, 589 sufrieron algún trastorno en su corazón durante el seguimiento.

Después de tener en cuenta otros factores que podrían interferir y provocar un aumento en el riesgo cardiovascular, los científicos hallaron que aquellos que presentaban problemas en sus relaciones más íntimas tenían un 34% más de posibilidades de desarrollar una enfermedad coronaria que el resto de sus compañeros.

"Los resultados de nuestro estudio indican que las interacciones negativas en las relaciones más estrechas incrementa el riesgo de incidencia de una enfermedad cardiovascular. El efecto es independiente de cualquier característica sociodemográfica, factores biológicos o psicosociales o comportamientos relacionados con la salud", comentan los autores en su trabajo.

El poder de las emociones

"Es posible que los aspectos negativos de las relaciones íntimas sean más importantes para la salud, debido al poder de estas relaciones negativas para activar emociones fuertes, como la preocupación o la ansiedad y sus efectos fisiológicos consecuentes", explican.

De este modo, según aclaran, sus hallazgos apoyarían parcialmente la hipótesis de que "las emociones negativas podrían mediar entre las relaciones conflictivas y el desarrollo de una enfermedad cardiovascular".

Autor: CRISTINA G. LUCIO

Artículo publicado en el Mundo.es

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Son infinitos los conflictos que sufren las parejas de hoy, pero haremos hincapié en los siete motivos más frecuentes de conflicto que llevan al desamor.

  1. Juventud: cuanta menos edad sumen los cónyuges más posibilidades tienen de diluir su unión en un futuro, debido a que los jóvenes viven más el presente y el arrebato amoroso les empuja a tomar decisiones poco sopesadas sin reparar en los problemas de la convivencia. Sin embargo, esto no se da si los dos miembros de la pareja saben evolucionar junto a sus sentimientos y necesidades. Un estudio de Asuntos Sociales sobre parejas apunta a que los entrevistados más felices eran los que habían dicho el "sí, quiero" más tarde.
  2. Decepción: en la convivencia día a día bajo el mismo techo, se descubren aspectos desconocidos del otro que en algunas ocasiones suponen dar al traste con la idea que se tenía de nuestra pareja. Ello ocurre principalmente debido a que en la etapa inicial de la relación lo habitual es que cada uno trate de dar lo mejor de sí y que -al estar enamorado/a- se vea solo aquello que se quiere ver. En esta etapa es importante la aceptación del otro y el desarrollar habilidades para mantener la relación.
  3. Inmadurez: es muy difícil solucionar el que una de la partes esté fijada en la infancia y sea incapaz de asumir las responsabilidades que conlleva una relación. Las personas inmaduras suelen ser inconstantes, caprichosas, carentes de una visión sobre las consecuencias de sus actos. Es preferible esperar a que maduren para consolidar la relación.
  4. Egoísmo: el sentimiento amoroso no es puramente altruista, cuando damos esperamos recibir lo mismo o al menos en similar proporción. El intercambio de afecto, de entrega, de comprensión, de cariño, de trabajo... llevará al desencanto si no es compartido, a la frustración, y logrará consumir a la relación.
  5. Autoengaño: la creencia de que lograremos cambiar al otro es falsa y el mantener la venda en los ojos tampoco da resultado y en algún momento esta caerá. Tampoco resultan esas uniones en la que uno de los miembros proyecta en el otro su ideal de persona y la disfraza de lo que no es.
  6. Falta de palabras: la incomunicación es uno de los pilares por los que se agrietan muchas parejas, y muchas veces la suma de silencios se va agrandando en igual proporción al resentimiento acumulado. Se acaba por no tener confianza en el otro y es imprescindible el diálogo y la sinceridad para poder mantener a flote la pareja. Las quejas en voz alta y la claridad restan relevancia al problema y al comunicarlo se minimiza el conflicto.
  7. Rutina: la apatía en una relación es muy peligrosa. Cuando se instala el desinterés poco podemos hacer. Es importante esforzarse para mantener un intercambio interesante en la pareja y esto es algo que concierne a cada una de las partes. Es una utopía fantasiosa el sueño de que el otro, si nos ama, debe adivinar nuestros deseos. Las dos partes han de trabajar para que la relación sea todo menos aburrida.

Conchita Casacuberta y Rebeca Franquesa

Psicólogas