lunes, 28 de febrero de 2011

Dudas.-



"Nuestras dudas son traidoras y a menudo nos hacen perder las cosas buenas que pudiéramos conseguir. "

William Shakespeare

viernes, 25 de febrero de 2011

Relaciones espirituales.-


Hoy en día es prácticamente imposible que un hombre y una mujer mantengan una relación a largo plazo, a no ser que exista una conexión espiritual entre ellos.

Las relaciones sin una conexión espiritual no pueden sobrevivir.


Esto es así, porque sus egos hacen que el uno choque con el otro, destruyendo su conexión.

Hoy en día los divorcios son numerosos, y la mayoría de las relaciones se disuelven porque nuestros egos están "ardiendo", y sólo van creciendo con el paso del tiempo.

El hermoso versículo que dice "Hombre, mujer y la divina presencia entre ellos" - simplemente no existe en esas parejas.

¿Qué se necesita entonces para crear esa conexión espiritual entre ellos; que es lo único que puede remediar su relación?

Tener una conexión espiritual significa que ambas partes saben cuál es el propósito de su existencia: alcanzar el objetivo espiritual de la vida. Entonces la pareja tendrá algo que realmente los conecta, y estarán en una "célula" mutua juntos, y el versículo "hombre, mujer y la divina presencia entre ellos" realmente se hará realidad. En otras palabras, sentirán la revelación divina.

- Artículo original publicado por la Academia internacional de la Cabala-

sábado, 19 de febrero de 2011

La red dorada.-



La causa, del sufrimiento y la alegría, siguen a los pensamientos y los hechos del hombre. No hay un efecto en el mundo a nuestro alrededor que no tenga su causa a la vista u oculta, y esa causa está de acuerdo con una justicia absoluta.

Los hombres cosechan sufrimiento porque en el pasado cercano o remoto sembraron las semillas del mal; cosechan alegría también como resultado de sembrar las semillas del bien.

Dejen que un hombre medite sobre esto, déjenlo que se esfuerce en entenderlo, y entonces comenzará a sembrar solamente semillas del bien, y quemará las malezas que anteriormente crecían en el jardín de su corazón.

El mundo no entiende el Amor que es abnegado porque está demasiado concentrado en buscar su propio placer y atrapado dentro de los estrechos límites de intereses temporales, pensando erróneamente—en su ignorancia—que esos placeres e intereses son cosas reales y duraderas.

Atrapado en las llamas de apetitos, y quemado por la tristeza, no ve la pura y pacífica

belleza de la Verdad. Alimentándose con los residuos del error y el auto-engaño, queda fuera de la mansión del Amor que todo lo ve.

Al no tener este amor, ni entendiéndolo, los hombres instituyen innumerables reformas que dejan de lado el sacrificio interno, y cada uno imagina que su reforma arreglará al mundo para siempre, mientras que él mismo continúa propagando el mal al albergarlo en su corazón.

Sólo podemos llamar reformas a las que tienden a reformar el corazón humano, porque todo el mal surge de ahí, y mientras el mundo no cese en su egoísmo y lucha partidaria y haya aprendido la lección del Amor divino, no podrá realizar la era dorada de la bendición universal.

Que los hombres y mujeres tomen este curso y ¡albricias !estará muy cerca la era dorada. Por tanto, quien purifica su propio corazón el el más grande benefactor del mundo.

Los necios desean y refunfuñan; los sabios, trabajan y esperan.

Muy grande es la sed de felicidad, e igualmente grande es la falta de felicidad. La mayoría de los pobres desean riquezas, creyendo que su posesión les traerá felicidad suprema y duradera.

Muchos ricos, habiendo satisfecho cada deseo y capricho, sufren de hartazgo y aburrimiento, y están más lejos de poseer la felicidad que los más pobres.

Si reflexionamos sobre este estado de cosas, en última instancia llegaremos al conocimiento de la importantísima verdad de que la felicidad no es resultado de las simples posesiones materiales, ni la infelicidad de su falta; porque si así fuera, veríamos a los pobres siempre infelices y a los ricos siempre felices, mientras que lo inverso es frecuentemente el caso.

Cuando estés dispuesto a admitir que toda tu infelicidad es el resultado de tu propio egoísmo estarás cerca de las puertas del paraíso; pero mientras estés convencido de que el egoísmo de otros te roba la alegría, seguirás prisionero de tu propio purgatorio.

¿Cómo es posible hallar verdadera felicidad centrándonos en las cosas que, por su misma naturaleza, deben fenecer? La felicidad real y duradera sólo puede ser hallada centrándonos en lo que es permanente.

A medida que te eleves sobre el sórdido yo; a medida que rompas, una por una, las cadenas que te atan, percibirás la alegría de dar, distinguiéndola de la miseria de tomar—dar de tu sustancia, dar de tu intelecto, dar del amor y la luz que crecen en ti.



No le creas al mundo cuando te dice que atiendas primero al “número uno”, y a los otros después. Hacer esto es no pensar en los demás en absoluto, sino sólo en la propia comodidad.

A aquellos que lo hacen así les llegará el día en que todos los abandonen, y cuando lloren en su soledad y su angustia no habrá quien los escuche y ayude.

J. Allen