sábado, 2 de octubre de 2010

El sonido del silencio.-



El silencio nos prepara a un nuevo encuentro con Dios.

En el silencio, la palabra de Dios puede alcanzar los rincones más ocultos de nuestro corazón. En el silencio, la palabra de Dios es «más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu.» (Hébreos 4,12).

Al hacer silencio, dejamos de escondernos ante Dios, y la luz de Cristo puede alcanzar y curar y transformar incluso aquello de lo que tenemos vergüenza.

Cristo dijo: «Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Juan 15,12). Tenemos “necesidad de silencio” para acoger estas palabras y ponerlas en práctica.

Cuándo estamos agitados e inquietos, tenemos argumentos y razones para no perdonar y no amar demasiado o con facilidad.

Cuándo mantenemos «nuestra alma en paz y en silencio», estas razones se desvanecen.

Estamos a diario inundados por los ruidos, el ruido de las guerras, de los coches, de los aviones, de los gritos, el dolor, la injusticia, la manipulación, la televisión… Miles de ruidos, de pensamientos, se acumulan en nuestras mentes y nos impiden ver la verdadera luz, nuestra verdadera esencia.

Evitamos el silencio, prefiriendo en vez cualquier ruido, cualquier palabra o distracción, porque la paz interior es un asunto arriesgado: nos hace vacíos y pobres, disuelve la amargura y las rebeliones, nos conduce al don de nosotros mismos.

Silenciosos y pobres, nuestros corazones son conquistados por el Espíritu Santo, llenos de un amor incondicional. De manera humilde pero cierta, el silencio conduce a amar, conduce a la simplicidad, a la verdad, y el hombre se desnuda de cadenas.

'LOS SONIDOS DEL SILENCIO' de SIMON & GARFUNKEL

"Vieja amiga oscuridad otra vez quisiera hablar por que he tenido nuevamente una visión que suavemente iba cambiando mi manera de pensar, la oigo hablar, la escucho en el silencio

En sueños caminaba yo, entre la niebla y la ciudad, por calles frias desoladas cuándo una luz blanca y helada hirió mis ojos y tambien hirió la oscuridad, la vi brillar, la veo en el silencio

En la desnuda luz mire, vi mil personas o tal vez más, gente que hablaba sin poder hablar, gente que oia sin poder oir, y un sonido que los envolvia sin piedad, lo puedo oir, sonidos del silencio, entonces yo les quise hablar, entonces los quise ayudar, quise sentirlos como hermanos, quise tomarlos de las manos pero no podían, no podían despertar y entender de un dia en el silencio, se arrodillaban a rezar, aquella luz era su dios.

Yo les grite que despertaran, que la verdad ahi no estaba, que los profetas no, no son luces de neon y que dios siempre habla en el silencio".