domingo, 3 de octubre de 2010

El fracaso del sistema.-



Según Böckenförde, la crisis es el fruto de un Sistema que sigue su propia lógica funcional, a la que subordina todo lo demás. Es el Sistema capitalista, que influye en los comportamientos económicos –y en los que ni siquiera lo son– de los individuos y grupos. Los actores en este Sistema no siguen en sus comportamientos sus propios ímpetus, sino más bien los estímulos derivados del Sistema y de su lógica funcional.

Este Sistema se guía en su conducta sólo por la consecución de su propia función, considerando a las personas no en su integridad, sino sólo como instrumentos que realizan unas funciones específicas dentro del Sistema, pero dejando fuera lo que las personas de verdad son o deberían ser.

Esta es la clave, según este jurista, para entender al capitalismo. El cual se basa en conseguir un único objetivo funcional: lograr el máximo beneficio para los socios capitalistas. El único principio regulador debe ser el libre mercado. El Sistema capitalista no tiene como fin la satisfacción de las necesidades de los hombres. El Derecho y el Estado tienen sólo la tarea de asegurar la posibilidad de desarrollo y de funcionamiento de este Sistema.

Los trabajadores son tomados en consideración sólo en base a la función que desarrollan y al coste que comportan. El principio estructurante del Sistema no es la solidaridad hacia las personas.

El capitalismo está enfermo a causa de su punto inicial de partida, del objetivo funcional que se ha marcado como idea rectora. Por eso, la enfermedad no es posible curarla con remedios marginales, sino sólo mediante un cambio radical en el punto de partida del Sistema, en su objetivo funcional.

Extracto del artículo de Mario Conde, sobre "Enmienda a la totalidad, o esperando a que la Bella durmiente despierte".