jueves, 4 de marzo de 2010

La penicilina Rusa












El ajo es conocido como la penicilina Rusa.


En Rusia durante la segunda guerra mundial se trataban heridas de arma de fuego colocando alrededor de las infectadas vendas embebidas en ajo y los rusos evitaron muchas bajas mortales en Stalingrado.

El ajo fue vital llegándose a reducir el ajo a vapor e inhalarlo, para las enfermedades pulmonares muy comunes a causa del frío.

En varios países de Europa central se acostumbraba antaño a aplastar dientes de ajo en cada habitación de la casa al menor rumor de epidemia.

Un célebre sabio confirmó que los vapores de ajo eliminan activamente los microbios peligrosos.

Se cuenta que hacia 1236, Jaime I el Conquistador cayó muy enfermo cuando estaba en Teruel. Fueron a atenderlo los mejores médicos que había entonces, pero ninguno podía curarlo.
Se hizo un pregón por el reino prometiendo una recompensa a quien pudiera curar al Rey. Con las sopas de ajo pronto se recuperó el rey de todos sus males.

Es quizás el remedio natural con mayores propiedades medicinales demostradas experimentalmente

Los ajos poseen una riqueza en proteínas e hidratos de carbono superior a otras hortalizas y verduras por lo que las superan en aporte energético.

Los componentes que destacan por sus aportes son los minerales (potasio, fósforo, yodo, zinc y magnesio), vitamínicos (vitaminas B1, B3, B6, C y E), de naturaleza azufrada o sulfurosa y la aliina -responsable principal de su aroma y descubierta en los años 40 por el doctor y premio Nóbel suizo Arthur Stoll.

Esta naturaleza le confiere propiedades diuréticas, depurativas, antisépticas y antibacterianas por las que se ha utilizado desde hace cerca de 5.000 años.

El ajo es un alimento que puede prevenir las dolencias cardiovasculares ya que su consumo provoca vasodilatación, permite una mayor fluidez de la sangre y disminuye la presión a la vez que mejora la circulación sanguínea.

Está indicado para la mejora de la esclerosis múltiple y la hipertensión.

Su consumo habitual regula los niveles de triglicéridos reduciendo los lípidos del organismo.

Además es uno de los alimentos cuyo consumo reduce en un 50% el riesgo de padecer cáncer de estómago, según un estudio de la Universidad de Carolina del Norte en Estados Unidos.

- Otros beneficios para el organismo son:

Combate ciertos hongos, virus y bacterias.

Mejora el tratamiento de las congestiones e infecciones del aparato respiratorio.


Estimula el apetito y ayuda en la digestión (aunque deben abstenerse de su excesivo consumo las personas con estómagos delicados o que tengan escasez de ácido gástrico).

Es estimulante, diurético y expectorante.

El ajo ayuda a eliminar los viejos residuos que van quedando en el organismo, sus enzimas favorecen una buena síntesis de los ácidos grasos, ayudando a bajar el colesterol malo o LDL.

Tiene un alto contenido de fósforo y de azufre, por eso se destaca como un sedante especial para los nervios.

Se aconseja comerlo crudo ya que cocido pierde más del 90% de su efectividad.

El ajo produce mal aliento y transpiración desagradable, sólo por un corto período de tiempo, es decir mientras se expulsan las toxinas acumuladas en el organismo, una vez liberadas éstas, ya no se despide mal olor, ni en el aliento, ni en la transpiración, ni siquiera en la orina y las deposiciones.

Esto es debido a que ese olor desagradable que se atribuyen a los ajos, no es debido a los ajos propiamente dicho, sino a las toxinas acumuladas en el organismo que, al combinarse con los activos principios eliminadores del ajo, despiden ese olor desagradable.

En casos de reuma, da excelentes resultados, crudo, rallado, aplastado o picado, lo ponemos en una taza con un caldo de verduras, y lo tomamos media hora antes de las comidas.

Es muy recomendable como desinfectante, por lo tanto en caso de picarnos algún insecto extraño, podemos frotarnos con ajo crudo.

El órgano que más se beneficia con el ajo es el corazón, porque es el gran purificador de la sangre, y en consecuencia es el gran fortalecedor del corazón.