lunes, 12 de julio de 2010

Manipulación y conciencia.-




El sistema ha sido creado para “competir” a todos los niveles.

En éste particular, como en otros muchos, la sociedad no es “consciente” de ello.

Se implantó un sistema de competitividad para luchas unos con otros, para marcar y remarcar las “diferencias” entre unos y otros, entre territorios, regiones, clases… en resúmen para des-unir, en lugar de unir.

El ser humano sólo se une para luchar, o competir, con otros. La unidad nacional se exterioriza cuándo se trata de competir, luchar o combatir con otros paises. Se une y se des-une, según interesa, y el pueblo es colectivamente sometido.

Los peores gobiernos n¡unca representan al colectivo, reflejan el lado más oscuro del ser, se dedican a des-unir, fomentan la fragmentación, la contradicción, el odio y las rencillas.

Por desgracia existen muchos gobiernos totalitarios y de éste tipo en el planeta, muchos de ellos desarrollan su actividad en países teóricamente democráticos, pero las instituciones que dicen ser “públicas” no actúan en beneficio de la sociedad, o de la comunidad, sino al servicio particular del poder que ejercitan de forma ilegítima pués los beneficios de la gestión, si es que los hay, no los trasladan nunca a la sociedad, los efectos trasladables son de otro tipo, y perjudiciales.

La cooperación, es sin embargo, un medio de superación y creación, es la antítesis de la competitividad y la fórmula permite la alianza y desarrollo de la sociedad dentro del marco individual de cada persona. Desde la infancia se implanta la competitividad en el marco educativo. Esos futuros ciudadanos son contaminados en todos los ámbitos por principios y dogmas que para nada tienen en cuenta su desarrollo humano y personal.

Los medios de comunicación, en general, no actúan al servicio y beneficio de la sociedad. Prácticamente todos trasladan a diario el mismo mensaje, los mismos acontecimientos noticiables, el servilismo al poder y a las instituciones implantadas, y la carencia absoluta de crítica, pues por encima de los individuos que trasladan dicho mensaje están los ordenantes que son parte misma del poder y sobre su tejado no llueven piedras que pudieran dañar la estructura del forjado.

Pero los malos gobiernos, escasos o nulos de democracia interna y externa, además de promover la competitividad y la diferenciación personal y territorial obran a favor de la diferenciación económica y expanden las diferencias y precariedad.

Todo está manipulado y orquestado para acallar la disidencia o estigmatizarla. Pocos son los disidentes que alzan su voz en público, o que no obren removidos por intereses personales, pronto es etiquetado para descalificarlo y dejarlo fuera de juego. Pero esto se produce porqué no existe una conciencia colectiva y general que permita la destrucción de facto del manejo oscuro que desarrollan éstos gobernantes y los teatrillos periodísticos o colectivos a los que riegan.

Sin embargo la paciencia, junto a la fe, es una virtud. No debemos perder la esperanza de vislumbrar un cambio de mentalidad aún sin desdeñar el escaso grado de conciencia y cultura crítica general del adoctrinado cuerpo social. El ego individual también juega en contra.

Y como decía Krishnamurti “cada cual cree lo que quiere creer, por ello es mejor creer en lo que nos hace bien”.

No existe la auténtica libertad, ni la democracia.

El socialismo, y otras tantas fórmulas partidarias, constituye una doctrina interesadamente construída para paralizar y dividir en forma de confrontación de clases, no permite expandir la conciencia individual de la persona en aras a su desarrollo ilimitado dentro de la sociedad.

Al contrario fomenta la división y el encasillamiento, la dependencia del ser humano al Estado y por ende a los trajemanejes del gobierno, con la consiguiente manipulación.

Pero, siempre, en última instancia es el individuo el responsable y propietario de su destino, un destino que es forjado colectivamente por todos y cada uno de los individuos según actúen con o sin conciencia universal.