El conforta mi alma. El me guía por senda de justicia, por amor de Su Nombre.
Aunque ande en valle de oscuridad y de sombra de muerte, no temeré mal alguno, Padre, porque Tu estas conmigo.
Tu vara y tu cayado me infunden aliento.
Aderezas mesas delante de mí, en presencia de mis angustiadores; unge
mi cabeza con aceite, mi copa está rebozando.
Ciertamente, el bien y la misericordia me siguen todos los días de mi vida
y en Tu casa, Señor, moraré ya para siempre.
Gracias Padre.
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