lunes, 1 de febrero de 2010

Pensamiento filosófico de Krishnamurti












Filosofía de Jiddu Krishnamurti

Krishnamurti nació en la India en 1895 y murió en 1986.

A los 13 años lo tomó bajo su protección la Sociedad Teosófica, le consideraba como el "instructor del mundo", cuyo advenimiento habían estado proclamando. Krishnamurti. Emergió como un maestro inflexible e inclasificable.

Sus pláticas y escritos no tenían conexión con ninguna religión específica y no pertenecían ni a Occidente ni a Oriente, sino a todo el mundo.

Krishnamurti señalaba la urgente necesidad de una apertura para este vasto espacio en el cerebro que contiene en sí una energía inimaginable. Krishnamurti siguió hablando hasta su muerte a los 90 años. Escribió más de 60 obras.

SU PENSAMIENTO:

La mente libre, sin ataduras.-

La transformación del mundo resulta de la transformación de uno mismo, porque uno mismo es producto y parte del proceso total de la existencia humana.
Para que uno pueda transformarse, es esencial que se conozca.

Sin conocer lo que somos, no hay base para el recto pensar ni puede haber transformación alguna.

Uno debe conocerse tal como es, no como quisiera ser, sólo lo que es puede ser transformado, no lo que uno desearía ser.

Conocernos tal como somos requiere una vigilancia extraordinaria de la mente, porque lo que es experimenta modificaciones, cambios constantes; y para poder seguirlos con rapidez, la mente no debe estar atada a ningún dogma, a ninguna creencia particular, a ningún modelo de acción.

Si uno quiere ir en pos de algo, no es bueno estar atado.


Para conocernos a nosotros mismos, nuestra mente debe hallarse en un estado de percepción alerta, de vigilancia, en el que se halla libre de todas las creencias e idealizaciones, porque las creencias y los ideales nos muestran un solo color y falsean la verdadera percepción.

Si queremos conocernos, no podemos imaginar algo que no somos, ni creer en ello. Si soy codicioso, envidioso, violento, de poco vale que tenga meramente un ideal de no violencia, de no codicia.

La comprensión de lo que somos, feos o hermosos, malvados o dañinos, lo que fuere, el comprender sin distorsión alguna lo que realmente somos, es el principio de la virtud. La virtud es esencial, porque ella nos brinda libertad".

Comprender la realidad.-

Para partir de hechos y no de suposiciones, necesitamos una profunda atención, y toda forma de pensar que no se origina en lo real es una distracción. Por eso es tan importante comprender qué está ocurriendo tanto dentro como alrededor de uno.

Si uno es cristiano, sus visiones siguen cierto patrón; si es hindú, budista, musulmán, siguen un patrón diferente. Uno ve a Cristo o a Krishna conforme a su condicionamiento; la educación que usted ha recibido, la cultura en que se ha desarrollado determina sus visiones.

¿Cúal es la realidad, el hecho: la visión o la mente que se ha formado en cierto molde?
Las visiones son la proyección de la tradición particular que ha venido a constituir el trasfondo de la mente. Este condicionamiento, no la visión que él proyecta, es la realidad, el hecho. Comprender el hecho es sencillo; pero se hace difícil debido a nuestros agrados y desagrados, a nuestra condena del hecho, a las opiniones o los juicios que tenemos acerca del hecho. Estar libres de estas formas de evaluación es comprender lo real, lo que es".

El amor.-

Es obvio que el amor no es sentimiento.

Ser sentimental, ser emotivo, no es amor, porque el sentimentalismo y la emoción son meras sensaciones.

Una persona religiosa que llora nombrando a Jesús o a Krishna, a su "guía espiritual" o a alguna otra persona, es simplemente sentimental, emotiva. Se entrega a la sensación, que es un proceso de pensamiento, y el pensamiento no es amor.

El pensamiento es resultado de la sensación.

Así, pues, la persona que es sentimental, emotiva, no tiene posibilidad de conocer el amor.

La simpatía, el perdón, la relación que existe cuando se posee, los celos y el temor, nada de eso es amor. Todo eso pertenece a la mente, ¿no es así?

Mientras la mente sea el árbitro no hay amor, pues la mente sólo arbitra poseyendo, y su arbitraje es mera posesividad en diferentes formas.

La mente sólo puede corromper el amor, no puede dar nacimiento al amor, no puede brindar belleza. Podéis escribir un poema sobre el amor, pero eso no es amor.

Donde no hay compasión, piedad, perdón, no hay amor.

Y como la mayoría de nosotros nos hallamos en ese estado, carecemos de amor.

No somos respetuosos, ni compasivos, ni generosos.

Somos posesivos, llenos de sentimientos y emociones que pueden ser dirigidos en uno de estos sentidos: matar, asesinar, o hacer causa común con otros para algún fin disparatado, fruto de la ignorancia. ¿Cómo, pues, puede haber amor?"

Sólo amáis realmente cuándo no poseéis, cuándo no sois envidiosos, codiciosos, cuando sois respetuosos, cuando tenéis misericordia y compasión, cuando tenéis consideración por vuestra esposa, vuestros hijos, vuestro vecino, vuestros infortunados servidores.


Acerca del amor no se puede pensar; el amor no puede ser cultivado ni practicado.

La práctica del amor, la práctica de la fraternidad, sigue estando en el ámbito de la mente, y por lo tanto no es amor.

Cuándo todo eso ha cesado, entonces surge el amor, entonces conoceréis qué es amar. Por consiguiente el amor no es cuantitativo sino cualitativo.

No decís "amo al mundo entero"; pero cuando sabéis amar a uno, sabéis amar a todos"

Es porque no sabemos amar a uno, que nuestro amor a la humanidad es ficticio.

Cuando amáis, no hay uno ni muchos: hay sólo amor.

Sólo cuando hay amor pueden resolverse todos nuestros problemas; y entonces conoceremos su felicidad y su bienaventuranza.

Una de las cosas extrañas relacionadas con el amor es que cualquier cosa que podamos hacer, será correcta si amamos.

Cuando hay amor, la acción es siempre correcta, en todas las circunstancias. Y cuando existe esa calidad del amor, hay compasión.

La compasión implica pasión por todo.

La verdad y la libertad.-

Yo sostengo que la verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ése es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente.

Debemos ser libres, no para hacer lo que nos plazca, sino libres para comprender muy profundamente nuestros propios instintos e impulsos.

La libertad no es para hacer lo que nos antoja, sino que consiste más bien en estar libres de todo el tormento de la vida, de nuestros problemas, ansiedades, miedos, heridas psicológicas y de todo el conflicto que hemos tolerado en nosotros mismos y en el mundo.

No puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente por algún sendero particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán lo imposible que es organizar una creencia.

Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se torna en algo muerto, cristalizado; se convierte en un credo, una secta, una religión que ha de imponerse a los demás.

Ningún hombre puede, desde afuera, hacerlos libres; ni un culto organizado ni la propia inmolación por una causa puede hacerlos libres.

Ustedes utilizan una máquina de escribir para su correspondencia, pero no la ponen en un altar para adorarla. Sin embargo, eso es lo que están haciendo cuando las organizaciones se convierten en la principal preocupación.

Sembrando trigo una vez, cosecharás una vez. Plantando un árbol, cosecharás diez veces. Instruyendo al pueblo, cosecharás cien veces.

Una mente religiosa es aquella que es una luz para si misma.

La felicidad llega cuando estamos haciendo algo que amamos de verdad y no porque lo que hacemos nos dé riquezas o nos haga una persona destacada"

El hábito mecánico produce desórden, porque cuando la energía funciona siempre dentro de un límite estrecho, lucha por abrirse paso y esto constituye la esencia del conflicto.

Tienes que tener pasión para poner fin a las penas, y la pasión no se adquiere por la huida. Te la encuentras cuando dejas de escapar.

Sociedad.-

No es indicio de salud estar bien ajustado en una sociedad enferma.

Nuestra sociedad actual es el resultado de la astucia, engaño, codicia y la mala voluntad del hombre. Y para crear una nueva sociedad hay que examinar y comprender la estructura que se está desintegrándose y para comprenderlo, tenemos que comprender el proceso psicológico del ser.

Sin conocimiento propio no puede haber revolución, que es la única verdadera y permanente.

Hablo de la necesidad de una revolución total, de un cambio psicológico completo, de no vivir en el viejo patrón de las fórmulas, de la lucha, el dolor, la imitación, la conformidad y todas éstas cosas con las que el hombre ha vivido durante milenios, y que ha creado este maravilloso y confuso mundo..

Para producir un cambio social, religioso, humano, tiene primero que haber comprensión de toda la estructura del pensamiento.

La soledad.-

Hay dos formas de soledad: Una que es la soledad del aislamiento, con su desesperación, tristeza y separación de todo y de todos y la otra, que es la soledad madura del hombre libre, que al no depender de nada ni de nadie, está relacionado con todo.

¿Puede el sufrimiento terminar alguna vez, o es una condición de la humanidad que el sufrimiento deba continuar desde épocas inmemorables hasta el final de los tiempos?

Sólo cuando terminamos con el dolor hay pasión.

La pasión no es lujuria, que es sensual, sexual, llena de deseo, imágenes, persecuciones del placer.... Sin esa tremenda pasión uno se vuelve mediocre, blando, confuso: pierde integridad.

La soledad es creada por el pensamiento. Y el pensamiento mismo al darse cuenta de que es limitado y de que no puede resolver el problema de la soledad...entonces ¿existe la soledad? El pensamiento ha generado el problema de la soledad y al estar (el pensamiento) limitado, fragmentado, dividido, ha creado esta sensación de vacío interno: Al darse cuenta de todo ello el pensamiento, la soledad no existe.

La angustia.-

La angustia es miedo inmenso a un no se qué, a un no sé cuándo y a un no sé dónde, pero que nos hace sufrir sin descanso, como si fuéramos atacados por un enemigo invisible oculto dentro de uno mismo.

La gente tiene angustias porque vive con el corazón sucio.
Siempre tapamos la nada interior con alguno de los llamados pecados capitales.

Cultivamos la mente haciéndola cada vez más ingeniosa, cada vez más sutil, más astuta, menos sincera y más tortuosa e incapaz de afrontar los hechos.

Si el pensamiento se da cuenta de que es limitado y crea un vacío interno y de que no puede resolver el problema de la soledad, y entonces ¿existe la soledad?

Sólo cuando la mente no busca estímulos en ninguna forma, ya sean externos o internos, puede estar completamente quieta y libre; y la creación existe únicamente en esa libertad.

Confusión y desórden.-

Sólo cuando la mente está libre del deseo de llegar a ser algo, de obtener un resultado y, en consecuencia, está libre de temor, puede hallarse en un estado de completa quietud y silencio. Sólo entonces es posible esa creatividad que es la realidad misma.

¿Se puede vivir en este mundo completamente sin ambición, sin compararse jamás con nadie?

Tan pronto se compara, hay conflicto, envidia, deseo de lograr cosas, de superar al otro.

El propio perfeccionamiento es la antítesis misma de la libertad y del aprender. Descubra cómo vivir sin comparar y verá que ocurre algo extraordinario.

Para la mayoría de nosotros, lo difícil es desligarse de los viejos hábitos de pensamiento: "Yo soy algo", "este es el camino", "pertenezco a X", "creo en tal"...

Tan pronto adopta usted esta postura, se ha separado de sí mismo y por lo tanto, es incapaz de mirar el proceso total. Y mientras exista fragmentación, tanto externa como interna, tiene que haber confusión.

¿Cuál es la raíz del desorden?

"El compararse con otro", "el compararse con lo uno debería ser, "imitar un ejemplo,"amoldarse":

Siempre habrá un conflicto entre "lo que se es" y "lo que se debería ser"

El hábito mecánico produce desórden, porque cuando la energía funciona siempre dentro de un límite estrecho, lucha por abrirse paso y esto constituye la esencia del conflicto. (Todo lo que es limitado genera desorden).

Cuando uno está en desórden es erróneo buscar el orden, porque la mente confusa, poco clara, al buscar el orden también estará confusa.

Mientras que si investiga el desórden, si comprende el desorden en que vive y las causas del movimiento del desorden, en la comprensión misma de ello surge naturalmente el orden de manera fácil, dichosa y sin control.

Siempre hay un conflicto entre "lo que es" y "lo que debería ser".

El deseo y la energia.-

Cuando existe el movimiento total de todos los sentidos, no hay deseo.

El deseo que no se realiza acaba convirtiéndose en rabia, angustia y miseria humana.

Nuestros grandes enemigos en la vida son precisamente aquellos amigos y parientes de los que esperamos demasiado y esperamos una correspondencia perfecta a lo que les dimos.

Necesitas más energía para destrozarte a ti mismo que para construir un poquito de felicidad.

Desperdiciamos nuestra energía a causa del conflicto, riñas, miedo y vanidad. Cuando nuestra energía no se desperdicia en absoluto, tenemos toda la energía del mundo.

En tanto nuestro cerebro no se deteriora a causa del conflicto, ambición, esfuerzo, lucha, sentimiento de soledad, el desaliento, etc. tenemos energía en abundancia.

El hábito mecánico produce desórden, porque cuándo la energía funciona siempre dentro de un límite estrecho, lucha por abrirse paso y esto constituye la esencia del conflicto.

Viva sin autoridad, sin comparación y descubrirá qué cosa tan extraordinaria es usted, tiene una tremenda energía cuando no está compitiendo, comparando ni reprimiéndose; usted está realmente vivo, sano, completo, y es, por lo tanto, sagrado.

Existe una cualidad de la mente que está despierta y observando siempre, observando aunque no haya nada que aprender.