domingo, 6 de septiembre de 2009

FILOSOFIA DE LA FELICIDAD.-
















Sobre la
"FELICIDAD", en las diferentes religiones y escuelas filosóficas encontramos una gran cantidad de propuestas.

La mayor parte de estas teorías afirma que para alcanzarla lo importante no es poseer cosas, sino «ser sabios», es decir, saber vivir bien.

Las grandes tradiciones éticas coinciden en señalar que no puede haber "felicidad auténtica" si no vivimos de una forma moralmente buena.

- Para
ARISTÓTELES la felicidad "reside en la sabiduria".

La felicidad sólo se puede lograr desarrollando al máximo nuestras capacidades, es decir, practicando las virtudes, especialmente la prudencia.

Sólo la persona prudente puede acertar con la conducta adecuada para cada situación, obteniendo así el máximo de felicidad posible en el conjunto de su vida.

- La felicidad en el
BUDISMO sólo se alcanza "cuándo el alma se ha librado de todo deseo".

Se logra por medio de técnicas de meditación.

El budismo invita a llevar una vida sobria, armoniosa y virtuosa, sin excesos de ningún tipo.

Propugna que no es más feliz el que más tiene, sino el que desea menos cosas.

- Para el
EPICUREÍSMO, la felicidad "consiste en gozar inteligentemente de los placeres de la vida, evitando el dolor".

Recomienda gozar de los placeres con moderación, y cultivar especialmente la amistad, la lectura, la conversación y otros placeres semejantes.

- Para el
ESTOICISMO (nacido en el año 335 a.C.), el único camino que conduce a la felicidad consiste en "ser capaz de no alterarse por los altibajos de la fortuna".

Los estoicos creían firmemente en el destino, en que la Naturaleza ha dispuesto sabiamente todo cuanto ha de sucedernos. Por ello, proponen aceptar de buen grado los acontecimientos que nos van sucediendo sin que perturben la tranquilidad de ánimo.

Para ellos la felicidad es, pués, un estado de imperturbabilidad, una paz interior que se alcanza con el ejercicio del autodominio.

- Para el
CRISTIANISMO, el componente fundamental de la felicidad es " el encuentro amoroso con Dios y con el prójimo".

El egoísta, el que utiliza a las demás personas en su propio provecho, acaba desgraciado. Mientras que el que se abre a Dios y a los demás hombres, los quiere por sí mismos y vive solidariamente, alcanza la felicidad, que se prolonga en la vida eterna.

-
El UTILITARISMO sostiene que lo moralmente correcto es "fomentar el mayor placer posible para el mayor número de seres dotados de sensibilidad, tanto personas como animales".

Los utilitaristas entienden que la felicidad incluye una gran variedad de experiencias agradables, entre las cuales destacan las relaciones amistosas y los actos altruistas, que tienen su raíz en el sentimiento de simpatía.

-La felicidad como
AUTORREALIZACIÓN EN LIBERTAD.

Las éticas contemporáneas de inspiración kantiana (Rawls, Apel, Habermas, y otros) consideran la felicidad como un tema de
"autorrealización personal, que cada cual ha de resolver atendiendo a sus propias capacidades, deseos, y posibilidades."

-
SCHOPENHAUER considera a la " alegría como un fin en sí misma."

Siempre que estemos alegres, dice, no debemos reflexionar sobre si tenemos o no motivo para estarlo, estar alegre es motivo suficiente. La alegría siempre se debe preferir sobre cualquier otro bien, aunque sin salud es difícil la alegría. Recomienda, pués, buscar la salud.

Cuándo la satisfacción va creciendo hasta convertirse en alegria, el cambio de satisfacción a alegría se da comúnmente sin necesitar de ningún motivo exterior.

El motivo exterior, la causa circunstancial de nuestra tristeza, no es más que un catalizador o un detonador que concentra el dolor correspondiente a nuestra naturaleza en torno a un suceso determinado.
Así no le damos importancia a las muchas carencias que nos aquejan, sino sólo a una que nos roba toda la atención.

Siempre hay una inquietud dominante que es la que nos agobia, y una vez que ésta es colmada o superada, llega a ocupar su puesto rector una que antes nos pasaba inadvertida.

Para Schopenhauer es claro que después de un gran regocijo siempre viene una gran miseria. Un estado de alegría duradero es imposible.

La existencia del individuo está limitada solamente al momento actual, al presente escurridizo, que en un continuo fluir al pasado, sólo avanza hacia la muerte. Este vivir del hombre, este fluir constante, es un morir insistente.

La felicidad siempre la vemos en el futuro o en el pasado, nunca en el presente, como los espejismos que se forman en las carreteras, nuestro camino nunca llega a ellos.

Vivimos concentrados en el futuro y dándole poca importancia al presente. Esperando algo mejor y lamentándonos por el pasado. Al final de nuestra vida nos damos cuenta de que hemos dejado pasar nuestra vida.

La miseria intrínseca al mundo nos hace ver la absurda hipótesis de que éste mundo es creación de un dios perfectísimo.

Por otra parte, si pensamos que los males del mundo son responsabilidad de la evidente imperfección humana, considerando así, el mal como algo inherente al hombre y por lo tanto al mundo, tenemos que aceptar que sería absurdo esperar que algún día el mundo fuera mejor.

- La felicidad en
LEIBNIZ.

Decia que este mundo es el mejor de los mundos posibles, idea que a Schopenhauer le retorcía el hígado, y que atacó durante toda su vida.

Leibniz dijo que amar es encontrar en la felicidad del otro tu propia felicidad.

Sostenia que los hombres podrian ser incomparablemente más felices de lo que son, y que podrian, en poco tiempo realizar grandes progresos en incrementar su felicidad si estuvieran dispuestos a hacer lo que deben y aprovechar los excelentes adelantos que habia conseguido el hombre, entregándose a ellos de la mejor forma posible y no haciendo nada más que lo que se debe hacer el hombre conseguiria ser más feliz.

- La felicidad en
BELTRAND RUSSELL.

En 1930 publicó
"La conquista de la felicidad" , aún hoy dia es una de las obras más leídas. Russell construye un plan para deshacerse de las principales causas de la infelicidad, dando cabida al afecto y, sobre todo, al sentido común.

Considera que
" evitar la perpetuación de la pobreza es necesario", los beneficios de la producción industrial han de favorecer a los más necesitados. Pero, se pregunta ¿de qué serviría hacer rico a todo el mundo, si los ricos también son desgraciados?

La educación en la crueldad y el miedo es mala, pero los que son esclavos de estas pasiones no pueden dar otro tipo de educación.

Estas consideraciones nos llevan al problema del individuo: ¿qué puede hacer un hombre o una mujer, aquí y ahora, en medio de nuestra nostálgica sociedad, para alcanzar la felicidad?

Al discutir este problema, limitaré mi atención a personas que no están sometidas a ninguna causa extrema de sufrimiento extremo.

Daré por supuesto que se cuenta con ingresos suficientes para asegurarse alojamiento y comida, y con salud suficiente para hacer posibles las actividades corporales normales.

No tendré en cuenta las grandes catástrofes, como la pérdida de todos los hijos o la vergüenza pública. Son cuestiones de las que merece la pena hablar, y son cosas importantes, pero pertenecen a un nivel diferente del de las cosas que pretendo decir.

Mi intención es sugerir una cura para la infelicidad cotidiana normal que padecen casi todas las personas en los países civilizados, y que resulta aún más insoportable porque, no teniendo una casa externa obvia, parece ineludible.

Creo que esta infelicidad se debe en gran medida a "conceptos del mundo erróneos", a éticas erróneas, a hábitos de vida erróneos, que conducen a la destrucción del entusiasmo natural. Ese apetito de cosas posibles del que depende toda felicidad, tanto la de las personas como la de los animales.

Se trata de cuestiones que están dentro de las posibilidades del individuo, y me propongo sugerir ciertos cambios, mediante los cuales, con un grado normal de buena suerte, se puede alcanzar esta felicidad.

El que ha conseguido
"liberarse de la tiranía de las preocupaciones" descubre que la vida es mucho más alegre que cuando estaba perpetuamente irritado. Las idiosincracias personales de sus conocidos, que antes le sacaban de quicio, ahora parecen simplemente graciosas.

Si se le rompe el cordón del zapato justo cuando tienes que correr para tomar el tren de la mañana, pensarás, después que el incidente en cuestión no tiene demasiada importancia en la historia del cosmos.

Si un vecino pesado te interrumpe cuando está a punto de proponerle matrimonio a una chica, pensarás que a toda la humanidad le han ocurrido desastres semejantes.

No hay límites a lo que se puede hacer para consolarse de los pequeños contratiempos.

- Para la escritora
ALMUDENA GRANDES, la felicidad "es un estado de conformidad".

Es un estado de conformidad con lo que uno es, y con la vida que uno lleva. Una de las cosas más curiosas en torno a la felicidad es, no obstante, lo desacreditada que está intelectualmente.

En una entrevista dice que de su última novela, algunos criticaron que tuviera final feliz. Si en un libro cuentas hechos horribles (un suicidio, un crimen, la violación de una hija por su padre... cosas que suceden pero no son demasiado habituales), nadie te reprocha que escribas cosas improbables, pero si cuentas una historia de amor que termina bien, enseguida te dicen que estás relatando un imposible.

Más allá del descrédito intelectual en el que se encuentra actualmente, considera que la obligación de los seres humanos es perseguir la felicidad. Es, además, el sentido de la vida, el principal objetivo. Todo lo que nos pasa no es más que un precio que pagamos buscando ese objetivo.

- Para
LUIS ROJAS, la felicidad " es real".

Considera que la felicidad no es un mito, es un sentimiento placentero que acompaña a la vida personal. Un sentimiento que dependiendo de la persona provoca emoción intensa, placer, o lo que se llama paz interior o del espíritu.

- Para
ENRIQUE ROJAS, la felicidad consiste en "estar en paz con uno mismo y con los demás".

En su Teoria sobre la Felicidad explica que la coherencia es el puente levadizo que nos lleva hacia el castillo de la felicidad.

Hay que aspirar a una felicidad razonable, realista, sin utopía, la cual se alcanza sacándole a la propia existencia el máximo jugo posible. La felicidad no es el pájaro en mano, sino los cientos volando que van de aquí para allá.

Para el psiquiatra
CARLOS CASTILLA DEL PINO, la felicidad es "sabiduria".

Hay una alternativa racional, que tiene una larga tradición en la filosofía occidental y también en la oriental, el de la sabiduría.

Dicho más claramente, la felicidad desde la sabiduría.

Creo que hay que reivindicar, en este mundo actual de sabedores, a veces sabedores eminentes, pero no de sabios, lo que es la sabiduría: saber quién se es para así vivir de acuerdo a sus preferencias, y construirse una vida como hábitat confortable.

Para el filósofo español
GUSTAVO BUENO la felicidad es "una de las ideologías más poderosas de nuestro tiempo".

Forma parte de un proyecto ideológico relacionado con las exigencias de lo que llama la «sociedad de mercado pletórico».

Afirma que quienes aseguran que son felices repiten las fórmulas y consejos de los llamados libros de autoayuda que se venden a millones y contra los que escribió su libro el «El mito de la felicidad», en el que analiza, clasifica y tritura la idea de felicidad.

Este autor también de " El mito de la izquierda y Terrorismo",y "Guerra y globalización", denuncia la usurpación que de la idea de felicidad ha hecho la sociedad de mercado, con más intensidad, tras la desaparición del Muro de Berlín.

Desde entonces, dice, se ha impuesto el modelo norteamericano y ofrecen felicidad «quienes prometen el estado de bienestar».

Expresa que los que confiesan que la felicidad es tener un coche mejor, una casa a la última, o quitarse las zapatillas al llegar a casa, no son más que «pobre gente, una oveja dentro de un rebaño».

«Ahora ser feliz es un deber, comparte con Goethe la afirmación de que «la felicidad es cosa de plebeyos», en la medida en que éstos dicen haber conseguido la felicidad cuando emulan o han igualado los bienes de consumos de los poderosos.

En todo caso, reconoce que «la felicidad es un concepto muy difícil de delimitar».
En la actualidad, se observan evidentes contradicciones sociológicas respecto al tema de la felicidad.

En un informe, se concluye que los jóvenes españoles son los que muestran el grado de felicidad más alto de Europa y al mismo tiempo aparecen con el más bajo índice de lectura y el más alto porcentaje de fracaso escolar. ¿No estaríamos ante una demoledora paradoja?

Para el filósofo
JAVIER ECHEVARRIA la felicidad es "una utopia".

Entiende que la felicidad es un mito que forma parte del deseo humano de completud, del deseo de encontrar la satisfacción completa. Pero el hombre es un ser escindido entre el bien y el mal, y ante esa escisión sólo cabe buscar el máximo bien, algo que siempre será un fin irrealizado.

Como leibniziano, cree que hay que pensar también el mal, no sólo el bien.
Hay que pensar también la desdicha y la desgracia.

Forma parte de la labor del filósofo. Nunca se da lo uno sin lo otro. Sin mal no hay bien, y viceversa.


Fuentes:
La conquista de la felicidad.- Bertrand Russell
Entrevista a Almudena Grandes publicada en internet

Obras y estudio de autores

Fundación Gustavo Bueno, http://www.fgbueno.es/



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