martes, 26 de julio de 2011

Espíritus afines y almas gemelas.-

La ley de afinidad es una de las más poderosas que operan en nuestra trayectoria evolutiva, tanto de misión como de aprendizaje.

En ese sentido, encarnamos en la tercera dimensión dentro de una familia energética que incluye el entorno familiar, social, laboral y sentimental.

Somos y pertenecemos a una especie de “tribu” energética formada por muchas, muchas almas, encarnadas en cuerpos y unidas por un sistema de red lumínica que nos enlaza todos.

Esta tribu energética amalgama a todas las personas con la que nos vayamos encontrando a lo largo de cada existencia, de cada vida: serán todas las personas con las que vayamos a mantener una relación, ya sea esta relación corta, larga, positiva, intensa, superficial, dolorosa, momentánea o duradera, familiar, sentimental, de compromiso.. . ni una sola de nuestras relaciones es casual sino causal.

Ni siquiera lo aparentemente sin importancia deja de ser importante.

Un solo cruce de miradas con un desconocido que jamás volveremos a ver puede ser importante, de vital importancia, ya que no solo nos comunicamos e intercambiamos experiencias con el trato, las palabras o los gestos, existe otros tipos de intercambios y ayudas: los energéticos.

Permanentemente vivimos dentro de un campo energético llamado aura. Este campo energético está compuesto por miles y miles de filamentos o canales que están permanentemente activos. En estos canales se encuentra multitud de información y gran cantidad de posibilidades de información, intercambio, conexiones, posibilidades, limitaciones, atributos, dones, capacidades, etc.

Se puede decir que cada persona con la que nos relacionamos es un enlace más de posibilidad para la propia evolución, ya que se dan intercambios energéticos que van abriendo puntuales oportunidades de aprendizaje, de enseñanza, de ayudas, de facilidades.

Cuanto más íntima sea la relación, cuanto más frecuente sea la unión y más circunstancias y vivencias se compartan, más conexión se intercambia, más afinidad o rechazo se establece.

Este es el motivo por el cual algunas de nuestras relaciones permanecen para siempre y otras solo son transitorias: a nivel energético, el intercambio que se tenía que dar cumple su cometido y los enlaces se debilitan, no siendo ya necesario que siga existiendo la conexión en el plano físico; a nivel sutil, energético, de sistema de red lumínica, esta conexión seguirá estando.

De entre todas nuestras conexiones, por Ley de Afinidad, existen unas más definidas que otras. En este sentido, el entramado más afín será aquel que tenga más similitud energética y sobre todo el que reúna cualidades parecidas y en ocasiones incluso idénticas; son los llamados espíritus afines.

Los espíritus afines siempre son una bendición; nos los encontramos en cada existencia como personas muy cercanas a nosotros y cuyo vínculo nos llega directamente al corazón. Podemos reconocerlos con facilidad porque nuestro corazón salta de alegría con su sola presencia.

Cuando nos encontramos con un espíritu afín encarnado en el ámbito de las amistades, se produce un reconocimiento instantáneo y se da una afinidad en ambas direcciones que hace que de repente, casi instantáneamente, se salten las barreras de tiempo y espacio y te parece “que conoces a esa persona de toda la vida”, y así es, aunque no es de toda la vida sino de todas las vidas. La confianza es instantánea y también se siente mucho regocijo, alegría y felicidad.

Cuando un espiritual afín llega a tu vida como una pareja sentimental, la convivencia es maravillosa, la felicidad y comprensión son la base de la relación y ambos se apoyan continuamente. Si unen sus vidas, se puede asegurar que su relación será muy duradera, y si alguna vez deciden separar sus caminos siempre quedará un vínculo irrompible y de la más pura gratitud y reconocimiento.

Esto es así porque las almas de los espíritus afines están muy cerca la una de la otra y el vínculo es muy estrecho y antiguo: llevan vidas y vidas encontrándose para apoyarse mutuamente.

Sin embargo, el alma gemela es mucho más que un espíritu afín: es el más afín de los espíritus. Es tu otra mitad. Es aquella parte de tu mismo ser antes de que tu ser decidiera venir a experimentar , aprender o estar en misión a un mundo, en cuya realidad existe en acción una ley: la Ley de Opuestos, la dualidad, la polaridad entre sexos diferentes.

Generalmente, un ser evolucionado es un ser de frecuencia altamente amorosa, es decir, es un ser capaz de sentir, amar y emitir la más pura vibración de amor. Esto le dota de infinitas capacidades para irradiar esta frecuencia en esta realidad tridimensional en este planeta Tierra tan necesitado de esta vibración o cualidad principal de Dios llamada amor.

Es por amor como un ser en misión decide llegar hasta esta realidad. Y para llevar a cabo su misión con más eficacia y efectividad, se divide para aumentar sus posibilidades, cumplir su misión y regresar de nuevo a la paz de la unidad y a la plenitud del ser Uno de nuevo.

Todo ello es perfecto y está muy bien… en los planos superiores, ya que una vez aquí , una vez que tu ser “dividido” se vive dentro de un cuerpo físico… no recuerda este pacto hecho consigo mismo, solo sabe que le falta algo. Vive con un permanente estado de vacío que no puede llenar con nada.

Esto es también una ventaja porque este vacío sin forma es el origen del que parte para emprender una búsqueda no sabe muy bien hacia dónde ni hacia qué.

Realmente está siguiendo el anhelo de su alma por encontrar lo que le falta: su otra mitad. Y para ello el camino, el único camino, es el espiritual.

La persona empieza por fortalecer su autoestima, por sanar sus traumas, conocerse mejor así misma, orientar su vida, mejorar su calidad humana y tarde o temprano se da de frente con las posibilidades de compromiso consigo mismo que tiene el camino espiritual.

Puede que encuentre un espíritu afín y su vida sentimental se dé en plenitud. Sin embargo, existen muchas personas que saben que su alma gemela existe, está en alguna parte.

Saben que tienen una misión que realizar y que no pueden llevarla a cabo si no es que encuentren a su otra mitad.

Para estas personas es para las que llega esta información.

Primero: hay que saber que no es fácil encontrar a tu alma gemela, ya que aunque no lo recordemos, si estamos en misión de expandir luz, amor y elevar la vibración de este planeta, nuestro ser decide dividirse precisamente para realizar mejor el trabajo, la siembra, la misión, y lo más probable es que una de las dos partes haya quedado anclada en esferas superiores para servir siempre de “antena” y canal al otro que sí está en los planos materiales, para así suministrarle permanentemente de toda la fuerza, energía y entusiasmo que va a necesitar para cumplir su misión.

Esto tiene su lógica espiritual: nadie mejor que tu propio ser para seguir sosteniéndote permanentemente en tu misión espiritual. Al fin y al cabo, este mundo tan solo es una apariencia en el sentido de que el tiempo lineal solo existe en esta realidad, y entendido así, podemos llegar a sentir que el tiempo es solo una ilusión, una quimera, y que en realidad nunca nos hemos separado de nuestra alma gemela, seguimos unidos, nuestro ser está completo.

Pero resulta que estamos viviendo tiempos y momentos evolutivos excepcionales y en esta eran han encarnado cientos de miles y miles de almas gemelas cuya misión es la misma y que sí pueden y deben encontrarse físicamente. Su energía de sostén les sigue siendo suministrada desde los planos internos por sus seres afines desde los planos internos: nuestros guías de Venus, el planeta del amor, el planeta de nuestros seres afines.

El reconocimiento del alma gemela se da en el nivel del alma; sin embargo, una vez aquí, en la tercera dimensión, existen ciertas posibilidades de dificultad para que el encuentro no solo se produzca, sino que además se consolide y sea duradero… al margen de todo el romanticismo que siempre ha generado el término.

Un alma gemela encarnada es un ser humano que posee en sí mismo lo mejor de su otra mitad y viceversa.

Las almas gemelas no poseen los mismos defectos; por el contrario, con su común luz se ayudarán mutuamente a limpiar sus respectivas sombras. (la sombra es todo el bagaje que constituye su herencia genética, racial, cultural, social, educacional y que todavía tiene que enfrentar, asumir y la mayoría de las veces limpiar y transmutar).

Hasta que las sombras individuales de ambas personas no estén trasmutadas, iluminadas, no podrán realizar la fusión necesaria para llevar a cabo su misión de expandir luz como UNIDAD que son, como almas gemelas que son, es decir, su realidad polar debe ser trascendida para poder se UNO y no DOS.



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